Me propone un amigo
mío que visite su blog y empiezo por leer un post en el que emplea la mortadela
como metáfora de aquellos proyectos que se abordan sin mesura. A continuación
leo lo que escribe sobre “el dinero suficiente”. Antes de seguir me paro y
recuerdo el magnífico libro de Luis Racionero “El Mediterráneo y los bárbaros
del norte”, en el que habla de los rasgos diferenciales de un pueblo
civilizado. Junto a algunos tan propios del mundo mediterráneo como la ironía o
la capacidad de alcanzar acuerdos, propone la idea de darle a las cosas su
justa dimensión. El pueblo civilizado es aquél
en el que el tamaño de los proyectos del hombre es adecuado respecto a
su capacidad de disfrutarlos con serenidad.
Ayer, una mujer que
nunca ha salido de su pueblo me contó que planea viajar a Madrid con su marido
y sus dos hijas pequeñas. No sabe mucho del viaje, porque lo han organizado
otros, pero recuerda que van a visitar el parque Warner. Le sugiero que además
dediquen una tarde a las barcas del estanque del Retiro. Que se note que vienen
de un pequeño pueblo del Mediterráneo, en el que aún impera la elegancia de la dimensión
adecuada. Creo que sus hijas no me lo perdonarán nunca. Preferirán ir a un
gigantesco centro comercial de las afueras. ¿Será menos civilizado el mundo que
les espera? A pesar de que prefiero el Retiro a la Warner, no lo creo. Solo
será más complejo. Un lugar en el que será más difícil comportarse de manera
civilizada.
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